Sigues estando donde mismo. Iluminas ese sórdido roalillo1 de mierda cada atardecer.
Con el ganado no hay vacaciones, son los trasquilones de la vida. Dios le da las habas a quien no las sabe roer.
Sirves de testigo a caminantes a cuatro patas que merodean al atardecer buscando esa bocanada de forraje seco, servido con cubiertos de madera, sobre fondo añil entre cercas de alambre y portera amarrada con guita de alpaca negra.
En la media tarde, cuando el sol comienza a recostarse sobre su lomo de caléndulas y reflejos dorados, las ovejas, esos rebaños de nubecillas traviesas de algodón, pastan risueñas el verde.
Tierno cantar de cencerros, sinfonía vespertina de vida y balidos de corazón. Horizonte de cobre, simientes de ternura, carreras dislocadas y ladridos descarriados. Todas a la par; unas pacen cercanas otras, solitarias, pariendo detrás.
Una tarde de mayo, como sin quererlo, nacen cuatro borregos. Cuatro placentas cuelgan y cuatro luceros maman. Cuatro son los amores y cuatro las ilusiones. Por montera, cuatro lunas llenas, un nogal en la acequia y un cerco vestido de aguas y cabañuelas. Cuatro veces cambio el cielo, cuatro borregos de lana germinan .Pasan la noche dormidos y entre sus brazos, la vida.
Balan las madres buscando, lloran los borregos su llanto…se siente la acequia regar, mira la estrella polar. Se nota sosiego y paz. Los niños se amamantan temprano, sus patitas se tambalean…y los perros bostezando.
Correteando vienen y van, en desbandada, olas de borregos de esta primavera, dándose voces en el recreo jugando al pilla pilla.
1 Rodal: Lugar más o menos grande y redondeado que, por alguna circunstancia, se distingue de lo que lo rodea.